En el ámbito vitivinícola, el nombre con el que se identifica el producto, el vino, es quizás el activo más valioso al ser este donde se cristaliza la reputación que el producto va generando a lo largo del tiempo. No hay que obviar, que el consumidor del vino solicita por ejemplo el vino que desea tomar indicando su nombre al camarero, o bien buscando el nombre del vino y la etiqueta del vino en el lineal del supermercado. Así la protección del nombre del vino mediante el registro de una marca es casi una obligación antes de lanzar el vino al mercado.
Registrar la marca de un vino confiere al titular derechos exclusivos sobre su uso en el contexto comercial. Esta exclusividad no solo salvaguarda la identidad distintiva de la marca, sino que también preserva su reputación y la confianza del consumidor asociada a la calidad del producto. La protección que ofrece el registro de la marca es la herramienta más importante que dispone el vinicultor para impedir que terceros identifiquen vinos con nombres o etiquetas similares y así prevenir la competencia desleal y la dilución de la marca.
La elección de un nombre para una marca de vino requiere un análisis exhaustivo de disponibilidad y viabilidad legal. La omisión de este proceso puede exponer al vinicultor que lanza un vino al mercado a graves riesgos legales, especialmente si el nombre elegido para el vino que se va a comercializar se asemeja a una marca previamente registrada por un tercero. En tales casos, el titular de la marca anterior posee la facultad legal de ejercer acciones legales, que podrían resultar en el cese de la comercialización del vino, indemnizaciones por daños y perjuicios, y la exigencia de cambios en la identidad de la marca. Dicho de otra manera, lanzar un vino al mercado con un nombre que se asemeje a una marca registrada por un tercero se considera una infracción de marcas con consecuencias jurídicas muy perjudiciales para el infractor.
El registro de una marca para identificar un vino o bebida alcohólica merece un asesoramiento profesional. Los profesionales acreditados por las Oficinas de Marcas más importantes, tal como la OEPM o la EUIPO, son los agentes de la propiedad industrial.
Los agentes de la propiedad industrial, antes de proceder con el registro de una marca, realizan una investigación previa para detectar qué marcas similares a la que se pretende registrar existen. Con esta información, elaboran una estrategia que maximice las posibilidades de registro de la marca y finalmente proceden con la solicitud de la marca ante la Oficina de Marcas correspondiente. Durante la tramitación de la marca, pueden ocurrir algunos incidentes, tal como un suspenso formal o de fonde que, sin duda, los agentes de la propiedad industrial pueden resolver.
Por último, una vez la marca está concedida, los agentes de la propiedad industrial realizan la labor de vigilancia. La vigilancia de una marca es esencial para detectar solicitudes de marcas posteriores que afecten a los derechos del propietario de una marca. Solo si una solicitud de marca es detectada a tiempo es posible presentar una oposición contra dicha solicitud. En caso de no presentar una oposición a tiempo, solo es posible anular la marca mediante una acción de nulidad por causas relativas. La acción de nulidad es un proceso mucho más complicado, largo y por supuesto caro en comparación con el proceso de oposición.
Constantemente, se solicitan marcas para identificar vinos. Las marcas se publican en un Boletín oficial de la Propiedad Industrial, para que los titulares de marcas anteriores puedan detectar la solicitud y en caso de que lo consideren necesario presentar una oposición. A continuación, ofrecemos un listado de las últimas marcas de vino solicitadas y publicadas en España.